Eskerrik asko

Queridos amigos en general y esukaldunes en particular.

Como ya la mayoría de ustedes sabrá, si no aquí tienen la noticia, ya soy oficialmente ciudadano de la capital del Estado. El pasado domingo, después de tres horitas y media de coche y mucho tiempo para pensar en lo bueno y en lo malo de haber vivido en Euskadi durante dos años, llegué a la conclusión de que realemente valió la pena.

Es cierto que durante todo este tiempo no he parado de quejarme de la frialdad de los ciudadanos y ciudadanas vascas -como los llama Ibarretxe- y de las innumerables peculiaridades a las que me he tenido que enfrentar en este tiempo, pero reitero: valió la pena.

Quiero agradecerles a todas y cada una de las personas que dejo en Euskadi el apoyo que me han brindado durante este tiempo. Muchos estuvieron ahí siempre que me hizo falta y otros no tanto como me hubiese gustado, pero de todos me llevo vivencias muy positivas. Son muchas las diferencias que nos separan, pero me he dado cuenta de que con el tiempo uno se va haciendo tolerante y llega incluso a comprender comportamientos que hace dos años no hubiese ni siquiera aceptado. Con el tiempo, fíjense, he llegado a comprender hasta a aquel muchacho que se lenvantó de la silla en la universidad cuando le dirigí alguna que otra palabra de más -véase Hola, ¿qué tal lo llevas? Incluso a ese asalvajado le he podido comprender con el tiempo. Si eso no es tolerancia, que venga Dios y lo vea.

De todo corazón, GRACIAS. Si no hubiese sido por todos ustedes jamás podría haber pasado dos años en una tierra que adoro, pero que no me acogió como yo esperaba. Un tierra de gente diferente donde hay que habituarse a costumbres diferentes para poder entenderlos. Una tierra que, al final, supo engancharme casi sin que yo me diera cuenta.

Siempre los llevaré conmigo.

Eskerrik asko